viernes, 28 de febrero de 2014

LOS DERECHOS DEL NIÑO



No hace mucho se celebró el Día internacional de los derechos del Niño, una fecha relevante que nos debe hacer reflexionar. En 1.929, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, que recoge los principales derechos que podemos resumir: la no discriminación, el interés del niño siempre estará presente en las decisiones que sobre él se tomen, el derecho a la supervivencia y desarrollo que incluye el bienestar mental y físico y por último los menores podrán expresar su punto de vista y se tomará en consideración sus opiniones en aquellos temas que les afecten.

Nos corresponde a los adultos salvaguardarlos por ser el grupo social más débil e indefenso y ello empieza por las Leyes, cuál  debería ocurrir en España donde la Constitución como Ley Fundamental en su artículo 39 obligan a los poderes públicos a asegurar la protección integral de los niños, velando por el cumplimiento de los acuerdos internacionales.

Ahora bien, ¿Esta protección jurídica de la que están dotados los menores acaso se cumple plenamente en los tiempos convulsos que vivimos? La crisis está afectando de forma directa a muchos niños, que desgraciadamente viven en familias obligadas a escoger entre pagar su hipoteca o darles de comer a sus hijos. Debemos preguntarnos si los poderes públicos con competencias hacen lo suficiente para evitar estas situaciones. Muchas veces no lo hacen y son las administraciones locales, las más cercanas, las que acaban afrontando esta problemática. Un buen ejemplo lo encontramos en la ciudad de Terrassa, donde el Ayuntamiento (con un presupuesto de 200.000 euros) abrió comedores sociales que dieron comida a más de 320 niños y niñas durante los meses de verano.

La pobreza infantil que afecta a más de una cuarta parte de la población menor de 16 años (casi el 27%) debiera hacer saltar todas las alarmas del estado y en cambio parece que lo que importa únicamente son los datos macroeconómicos, datos que sólo satisfacen y retroalimentan a políticas conservadoras y a sus palmeros viendo como los datos micros, los de Ana, Andreu, de Joan, Mohamed  o de María se diluyen en su propia miseria quedando éstos al amparo de los recortados recursos municipales, de su gestión prodigiosa y no siempre bien entendida,  de la obsesiva voluntad de incluir a sus ciudadanos y de la lucha contra la exclusión social no sólo consiguiendo un plato de comida o un techo sino defendiendo la dignidad de las personas.

Las grandes líneas políticas que se están estableciendo desde el actual gobierno fallan y repercuten negativamente en los niños y niñas que tienen necesidades por cubrir. Las políticas de los recortes nos llevan a la desigualdad social y chocan contra los pilares hasta ahora indiscutidos en un estado social, afectando a la sanidad y a la educación pública. Sus políticas nos abocan a una sociedad con una infancia dividida, entre los niños que tienen cubiertas sus necesidades y los excluidos al albur de los medios públicos y sin más oportunidades que su suerte. Ello es así por una política cuyo objetivo es mercantilizar todo aquello que genera necesidad, creando más pobreza y generando exclusión social.

Contra ello, fomentemos principios de responsabilidad social empresarial para que invierta conjuntamente con la administración en las políticas de cohesión e inclusión sin olvidar que cada euro que dediquemos a financiar los servicios públicos, no será un gasto sino una de las mejores inversiones que podemos hacer en beneficio colectivo.

Manuel Giménez Guàrdia

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