viernes, 2 de mayo de 2014

La Tercera República y el reposicionamiento socialista

Hace algo más de dos semanas conmemorábamos el 83º aniversario de la proclamación de la II República española, o el 83º aniversario del fin de un sistema político monárquico, corrupto y caciquil conocido como la Restauración (1876-1931). La situación actual del país y del sistema político nacido con la Constitución de 1978 está dando sus últimos coletazos, profundamente contaminado por una crisis sistémica que pone en peligro no solo la integridad de las instituciones (corrupción, nepotismo, injusticia), sino su propia legitimidad y la legitimidad del sistema democrático ante una mayoría de ciudadanos y ciudadanas. Ante esta situación, solo queda una solución, hacer un reset al sistema político y cerrar de una vez por todas la Transición y la Segunda Restauración Borbónica (1978-), constituir ya la Tercera República Federal Española.
El 14 de abril de 1931, el sistema político de la Restauración, inaugurado en 1876, se desplomaba después de unas elecciones municipales donde ganaron los partidos socialistas y republicanos. Alfonso XIII y el sistema político corrupto y deslegitimizado, daba paso a la II República, a un nuevo sistema que trajo la democracia, la igualdad de derechos, el sufragio universal, la laicidad, el poder del pueblo para el pueblo y que acabó trágicamente en un golpe de estado de las derechas en 1936 y en una guerra civil, que hoy, en el año 2014, aún no ha cerrado sus heridas.

Hoy, como en el año 1931, el estado, se encuentra ante una crisis sistémica que afecta a toda la estructura política desarrollada a partir de la Constitución de 1978.

La imagen de la monarquía, antes símbolo moral del estado, se encuentra profundamente afectada por la serie de escándalos económicos de la hija del rey y su yerno; a ello se suma las fisuras en la autocensura de algunos medios de comunicación que han empezado a sacar asuntos turbios de la monarquía. Especialmente discutida es la figura del monarca, Juan Carlos I, donde su excesivo papel como árbitro del país ha encadenado y está arrastrando su propia decadencia física con la decadencia del sistema político actual. 

En segundo lugar, la separación de los poderes del estado ha sido prácticamente eliminado en manos de un gobierno de la derecha, que aunque prometió que despolitizaría las instituciones del Estado, controla de forma férrea la mayoría de estas instituciones: de forma directa el Congreso y el Senado con mayorías absolutas, el gobierno central y 13 de las 17 Comunidades Autónomas y las 2 Ciudades Autónomas; el PP controla de forma indirecta el Consejo del Poder Judicial, los Tribunales Supremo y Constitucional, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el Banco de España, el Consejo de Estado, el Tribunal de Cuentas, entre otras, con total desvergüenza colocando a militantes propios como el caso del presidente del Tribunal Constitucional. En España ha desparecido la separación efectiva de poderes, si es que la hubo, y el gobierno nos está llevando a una democracia autoritaria, como lo demuestra la Ley de Seguridad Ciudadana.

A su vez, mientras aumenta el control del PP sobre las instituciones, se desmantela el Estado del Bienestar, construido entre todos a partir de los años 80, modesto si lo comparamos con otros países del norte de Europa, cuando seguimos en lo más hondo del pozo de la crisis económica. Privatizaciones, repagos, reducciones de ayuda a la dependencia, a las becas universitarias o de comedor, criminalización del pobre o del parado. No renovación de interinos en los centros públicos o no reposición de médicos y docentes, están encaminados a destruir lo que es de todos los ciudadanos: la sanidad y la educación públicas. El PP quiere transformar el Estado social en un Estado asistencial y de caridad privada.
La causa última de ésta crisis sistémica la encontramos en la Constitución del 78. Constitución que permitió con sus vaguedades e indefiniciones los mejores años de la historia del país, pero que se ha quedado antigua, incapaz de adaptarse a los tiempos de crisis múltiple que vive España. Incapaces los partidos políticos para adaptar la Constitución del 1978 al 2014, excepto para introducir las obligaciones que impuso los mercados. La Constitución ha quedado deslegitimada para la mayoría de la sociedad.

Ya no sirve para la convivencia de todos los españoles, las costuras democráticas se han roto y los ciudadanos reclaman una mayor y mejor democracia, la protección del Estado del Bienestar en la Constitución, la federalización del estado, la separación efectiva de los poderes para erradicar la corrupción del sistema político, el fin de la impunidad de los ricos que no pagan impuestos, el fin de la impunidad de los corruptos y de los indultos y los desahucios. 

La gente (los parados, los desahuciados, los pobres, las clases medias empobrecidas, los funcionarios, los militantes de centro y de izquierdas, los ciudadanos y ciudadanas, la sociedad) está saliendo a la calle porque quieren cambiarlo todo.

La gente (los parados, los desahuciados, los pobres, las clases medias empobrecidas, los funcionarios, los militantes de centro y de izquierdas, los ciudadanos y ciudadanas, la sociedad) está harta de un sistema que no le representa, de un monarca preocupado solo de sus asuntos familiares, de sus negocios y de los negocios de las grandes empresas. 
La gente (los parados, los desahuciados, los pobres, las clases medias empobrecidas, los funcionarios, los militantes de centro y de izquierdas, los ciudadanos y ciudadanas, la sociedad) está harta del nuevo poder de la iglesia católica, que dicta la política que ha de seguir el gobierno central en asuntos como la educación o la ley del aborto, mientras no para de apropiarse del patrimonio de todos a través de las inmatriculaciones, vive a costa de los presupuestos del estado y tiene negocios muy alejados de su labor espiritual y asistencial como medios de comunicación o universidades y colegios.

La gente (los parados, los desahuciados, los pobres, las clases medias empobrecidas, los funcionarios, los militantes de centro y de izquierdas, los ciudadanos y ciudadanas, la sociedad) ya no puede soportar nuevos recortes en el Estado del Bienestar, ni las mentiras de un gobierno tan débil que intenta controlar todas las instituciones del estado para que no se descubran sus múltiples corrupciones y chanchullos durante la época dorada de crecimiento económico y burbuja inmobiliaria. 

Los ciudadanos y ciudadanas de España buscan refundar el país, recuperar los valores de la democracia, del socialismo y el espíritu de igualdad, libertad, fraternidad de la Revolución Francesa. Recuperar los valores y el espíritu progresista de la II República española. La única solución que tenemos es luchar para construir entre todos la nueva España, la Tercera República Española. Una República Federal, Social, Democrática e Igualitaria.

Una República Federal donde se reconozcan la singularidad de las comunidades históricas como estados federados, la supresión de las diputaciones y el establecimiento claro de las competencias entre las administraciones. Donde se pueda elegir al cabeza del estado en unas elecciones y no como ahora que es patrimonio exclusivo de la familia Borbón, además de poderlo juzgar si comete algún delito.
Un República Social donde se garantice un mínimo de bienestar a todos los ciudadanos y ciudadanas, invirtiendo el dinero que nos cuesta salvar cajas de ahorro y autopistas en la sanidad, pero sobre todo en la educación pública.

Una República Democrática donde la separación de poderes sea efectiva y los lobbies estén regulados y controlados para no permitir injerencias de los mercados y las multinacionales.

Una República Igualitaria donde se alcanzará la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Donde se estableciese una banca pública fuerte que hiciera competencia a los bancos y que pudiera proporcionar créditos a los autónomos y a las pequeñas y medianas empresas.
Encaminemos pues, los socialistas y los partidos socialistas de España a construir la nueva sociedad y el nuevo estado. Rompamos las ataduras de la Transición, de la Segunda Restauración Borbónica y del gobernar por gobernar. Recuperemos los valores de la II República, del socialismo del siglo XIX y de la socialdemocracia del siglo XX, abandonando el socialiberalismo actual.

Construíamos pues, los socialistas y los partidos socialistas de España un nuevo modelo social en el que desaparezca la pobreza y la precariedad laboral. Seamos de nuevo la vanguardia de la izquierda socialista en Europa.

La Tercera República Española está llegando y tiene que ser socialista, sino no tendremos sentido histórico y cuando se establezca la República, los socialistas y los partidos socialistas de España desapareceremos.

Carles E. Luengo