martes, 20 de mayo de 2014

Modelo Productivo, Educación y Empleo

     
Tuvimos crédito fácil y barato y pudimos dedicarlo a consumir de una forma casi compulsiva, comprábamos viviendas, coches, etc. y mucho consumo especulativo, casi siempre centrado en la vivienda, pero este periodo no lo aprovechamos para resolver nuestros problemas estructurales.


     Cuando pregunto a mis compañeros de partido que tuvieron responsabilidades políticas municipales  por ejemplo, por qué no hicieron las reformas necesarias para frenar aquel crecimiento tan desmesurado del número de viviendas, aun sabiendo, por que todos lo sabíamos que la burbuja inmobiliaria explotaría, la respuesta es muy cierta, realista y sincera. Cada promoción pagaba su licencia de obras, cada vivienda nueva su impuesto de bienes inmuebles, cada proyecto equivalía a puestos de trabajo, en definitiva, cada construcción suponía ingresos vía impuestos y tasas para que posteriormente se pudiera invertir en bienes públicos, en mejores servicios sociales, en infraestructuras necesarias. Así las cosas la esquizofrenia del momento nos llevó a realizar políticas equivocadas aun a sabiendas pero justificadas por unos resultados evidentes, inmediatos y palpables. A eso algunos hoy lo llaman despilfarro, los mismos a los que se les caen las fachadas de sus obras faraónicas mirando a otro lado, los mismos que de forma reiterada después de casi tres años de gobierno siguen culpando a la herencia recibida y olvidando que en esos periodos de gloria la mayoría de las comunidades autónomas estaban gobernadas por ellos.

     La solución ahora cuál es. España tiene impuesta desde Europa una política de ajuste brutal a lo que se le añade la propia iniciativa del gobierno español que, mediante su denostada reforma laboral ha permitido la rebaja de los costes laborales y sobretodo ha permitido una gran pérdida de puestos de trabajo. La consecuencia de lo anterior es la pérdida de capacidad de consumo, y si no hay consumo no hay producción y si no hay producción no hay puestos de trabajo y así sucesivamente. Y no sólo se ha perdido empleo sino que se ha precarizado el existente. Para el gobierno su justificación viene porque con la reforma se ha ralentizado la destrucción de empleo, aunque la lógica nos dice que no se perderá más cuando ya no haya.

     Es cierto, seguramente, que la recesión ha sido frenada, de momento en unas escalas que no son perceptibles para el ciudadano de a pie, pero en cualquier caso está claro que el modelo productivo que antes se basaba en la construcción ahora ya no es útil y debemos poner rumbo a otros modelos en los que los trabajadores precisarán de una mayor formación o cuando menos diferente formación (investigación e innovación), y, qué están haciendo, pues poner palos a las ruedas de la educación y de la formación para que ésta sólo sea accesible a las clases pudientes, creando élites con lo que además, se agrava y se vuelve a la diferencia de clases, para que las clases más desfavorecidas sean los tontos y por lo tanto ciudadanos maleables a su antojo y beneficio creando también mano de obra muy barata. Así se entiende que la macroeconomía tenga resultados positivos pero no la microeconomía de la mayoría social que es la que nos importa y no la de las grandes empresas y sus socios capitalistas.



                                 Manuel Giménez Guàrdia 

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