El lunes 2 de junio, para sorpresa generalizada de la mayoría de los ciudadanos del estado, el monarca Juan Carlos I abdicaba y se abría el proceso constitucional para la proclamación, cuanto antes (parece ser que el 18 de junio), de su hijo Felipe como nuevo monarca. A las pocas horas se publicaba que Rajoy y Rubalcaba ya conocían desde principios de año la intención de abdicar y se estaban preparando para moverse rápido y hurtar a los ciudadanos y ciudadanas de decidir si quieren monarquía o república, de convocar un referéndum que permitía elegir el sistema de elección del Jefe del Estado, entre miembros de una única familia o entre el conjunto de la ciudadanía.
La Monarquía y los monárquicos, tienen miedo de convocar un referéndum sobre la forma de gobierno porque saben que el trabajo hecho durante estos 39 años de Transición se viene abajo. Especialmente a la Monarquía: los escándalos, la implicación y la imputación judicial de miembros de la Casa Real en casos de corrupción, la opacidad y la falta de transparencia han provocado la pérdida de confianza entre la ciudadanía.
La Corte no entiende que para acabar con la imagen negativa de la Monarquía, un buen reset democrático podría ser un referéndum. Les permitiría abrirse al resto de la sociedad, ganarse la estima y demostrar su programa, las supuestas ansias de cambio y conectar con las reformas que necesita el país y reclama la ciudadanía y las mareas en la calle. La solución no puede ser el cambio del Jefe del Estado a dedo (real) y sin que demuestre más aptitudes que ser ''hijo de''.
Si no se entiende la postura de la Casa Real, menos la de las direcciones de los partidos socialistas. ¿No recuerdan que el electorado de izquierdas no nos votó en las elecciones generales de 2011 por realizar una reforma exprés de la Constitución que imponía la troika? ¿Es qué no escuchan a las bases, reclamando la República o al menos el referéndum?
La actual dirección socialista estatal aún es deudora de la Transición y cree firmemente que apoyar la monarquía a toda costa salvará el sistema político surgido con la Constitución de 1978; y que los votantes, ''la gente de la calle'' en terminología política, volverán al redil cuando la crisis económica, social e institucional se solucione o acabe. Solo así se puede entender las opiniones expresadas por Alfredo Pérez Rubalcaba, afirmando que no va a romper el consenso constitucional que se alcanzó durante la Transición a cerca de la monarquía porque es un valor, aunque el PSOE sea un partido republicano con 135 años de historia, y que esta misma Transición ha permitido 35 años de desarrollo político.
Es decir, ya no generamos discurso político alternativo al conservador y liberal dominante ni un proyecto socialista para el futuro, nos limitamos a gestionar las rentas del pasado y pedir clemencia a un electorado que ha roto con el sistema surgido a partir de la Constitución del 78 y ahora reclama una segunda Transición que nos lleve a la Tercera República.
Si los diputados y senadores socialistas votan a favor de la ley orgánica que sancione la abdicación del rey y la proclamación de uno nuevo, sin convocar antes un referéndum sobre la forma de estado, vamos a perder un momento inigualable para legitimizarnos ante nuestro electorado de izquierdas potencial; y a su vez deslegitimizamos el trabajo que realizan muchos compañeros y compañeras, empezando por los de la JSC, la JSE o Izquierda Socialista, que luchan cada día por recuperar la confianza de nuestros vecinos, amigos, conocidos y familiares. Para recuperar el factor de cambio e igualdad social que encarna el socialismo y la socialdemocracia.
Luego se plasman en documentos y programas electorales, desde hace al menos 15 años, que debemos conectar con la ciudadanía o abrirse a la sociedad. La calle ahora reclama, como mínimo, un referéndum sobre Monarquía o República. ¿Qué estamos esperando para convocarlo?
Carles E. Luengo
Carles E. Luengo

